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¿Final Feliz para Siempre? (Parte II: Un mundo Nuevo)


Todo el grupo estaba sentado en sus respectivos asientos cuando ocurrió, en esos momentos, el chino estaba fregándome la pita con una liga en la nuca en complicidad con Benito, mientras Carlos a mi costado planeaba como gilear a Ana Karina, quien se esforzaba olímpicamente para no hacerle caso, Teresa y Pamela, todas lindas ellas, se encontraban poniéndose al día de los últimos chismes acaecidos en su entorno; la única realmente concentrada en ese momento era Karina, pero ello, siempre será así.


El día empezó como debía, entre toda la bulla que nosotros podíamos hacer, con la única preocupación del examen de admisión. Cuando la clase empezó; sus pasos empezaron a sentirse, su cuerpo apareció e iba avanzando por el corto pasadizo, se paró en la puerta, y todos nos percatamos.


Ella era/es de talla relativamente baja, su piel oscura, notaba que seguro en el colegio era la negra del grupo, a pesar de no serlo completamente, en su vestir no sobresalía los detalles que gustan colocarse las mujeres, era/es de cabello negro, largo y lacio; su seriedad aún no permitía admirar su hermosa sonrisa.


Paramos toda actividad que teníamos, la miramos, y ella miró a cada uno nosotros, le dijo al profesor si ese era el Hombre, recibió la respuesta afirmativa, y se ubicó en la parte trasera del salón. La soltura de su gracioso caminar, dio a entender que alguien especial había llegado.
Ese día, se mantuvo solitaria, conversó con las chicas, no recuerdo si Carlos llegó a hacerle el habla, típico en él (recuerden, es el gilero); pero lo que sí recuerdo fue un diálogo que ocurrió un día después; Renán, Carlos, Benito y yo, caminábamos hablando las mismas tonterías de siempre, o también escuchar a Carlos de cada uno de sus planes de cómo hacerla con todas las chicas de este planeta.


-Sí, y ya para mañana la hago! Esa chata cae sí o sí! – Decía Carlos con su típica emoción gilera.


- Ya ya ya – Exclamamos los tres al unisono


- Si claro, oe, habla de otra cosa que ya no te creo ni tu nombre – le repliqué.


- Bueno, pero yo no voy a ser el único que la va a hacer en el grupo… - exclamó con una sonrisa
maliciosa.


- ¿Qué el chino seguro?, ese amarillo está con las ganas de un cuy!! – dije, desatando la risa de Benito, quien le recordó al chino lo que ocurre cuando este tiene frío.


- No, tú! Yo te apuesto así nomás, ahorita, que tú la vas a hacer con la negrita que ha llegado con.. con.. ¿cómo se llama?.


- *****, dile Capulí– (cumplo lo pactado).


- Claaaaaaaro, ella pues, buena Julito, serás el feito de la promo, pero tienes tu jale de sabroso!! – Dijo cachosamente mi retardado amigo.


- Deja de hablar sonseras oe, no me vengas con tonterías, primero ingresar a la universidad, además, no pasa nada, no me gusta… - Me iba excusando.



Dejamos ahí la conversación, Benito y Renán comentaron ello, también resaltaron lo quedado que yo era, hicieron muecas de lo nervioso que me pondría, y me recordaron que me gustaban los hombres; hasta ese momento me bombardearon de jodas.


Los días seguían pasando, el bloque de hielo que había en la comunicación entre las chicas y los chicos se iba rompiendo; sobretodo en el mojado Día de San Valentín.


Ese día ocurrió lo inédito, Renán y Benito se pusieron de acuerdo para comprar algo, un presente para las chicas. Al inicio repliqué porque no eran nuestras amigas, una excusa clara para no decir que me había tirado toda mi plata o que se me rompió el bolsillo; después de una larga discusión tuve que acceder al desembolso, total, lo único que iban a comprar eran llaveritos en Risso.


Diligentemente fuimos a comprarlo, elegimos unos animalitos graciosos (por no decir tontos) para regalarles. El razonamiento del momento era lógico, somos sanandresinos, y a excepción de Carlos Andrés, teníamos la chance de acercarnos con una gran amistad a un grupo de chicas; además, si no les gustaba el muñequito mongo, al menos deberían de alegrarse, si la sorpresa es un llaverito, sigue siendo una sorpresa.


Llegó el momento de la entrega, todo fue abrazo, beso, apapacho, lindas palabras y… la presentación de la tarde, segunda sorpresa; o mejor dicho, el sueño de cada uno de nosotros, mojar a todas las chicas posibles; obviamente lo hicimos únicamente con globo de carnaval, por si usted, malpensado lector piensa en otra cosa debido a su cachumbrosa mente.



Fue el bombardeo total, de la cálida sorpresa del llavero, pasamos al húmedo globazo; ellas gritaban por el desespero de no poder hacer nada, se escondieron en el baño; Karina, empapada, desistió a ello, así que se quedó viendo como intentábamos mojar a las otras. Saciados por cumplir el objetivo, nos retiramos a seguir estudiando, como si realmente fuéramos a hacerlo; ya que Papo no se presentó, puesto que seguramente estaba celebrando su San Valentín en otro lado.


Ya situados en nuestro lado, nosotros, los vivos sanandresinos mojachicas; nos reíamos de la faena; pero no contábamos que tú, Capulí, fueras a convertirte automáticamente en la líder del grupo femenino; lo hiciste todo tan rápido.


Aprovechaste nuestra soberbia, y lo organizaste todo; en cuestión de minutos, utilizaron sus nacientes encantos femeninos para llamarnos a nosotros, tus aguantados compañeros, aduciendo una sorpresa de su parte, sólo para sorprendernos con unos bombasos tan crueles como vengativos. Ese día fuiste tú, la nueva general femenina.


Y así ocurrió, terminamos empapados; y en el pequeño patio de aquel piso, las verdaderas amistades nacieron, el muro de hielo desapareció completamente, San Andrés, Maria Alvarado, Neyel, Diana y Capulí; unidos sin preocuparse de que nos pudiéramos enfermar por andar con la ropa húmeda, así como nos dicen nuestros padres para asustarnos.


Ese día miré por primera vez aquella sonrisa que marcaría el verano, entender que ese día marcaste el inicio del mejor recuerdo que tengo. Entender que quizás era un poco más especial de lo que pensaba, que no lo era únicamente por ser el feo de la promoción. Te acercaste a mí y a Carlos, como quien busca una conversación interesante, terminaste arrancando sonrisas, carcajadas, y obviamente una buena conversación.


Los días siguientes, mientras caminaba con Carlos, él insistía que algo pasaba; no le hacía caso, y le pedía que me siga mintiendo con sus avances con AK, porque era lo única sandez que le aguantaba. Y fue justamente por esa sandez, cuando se abrió el archivo de la novela del verano.


Aquella tarde, nos fuimos al salón que tenía las carpetas de a dos; por cuestiones del azar, me tocó sentarme con AK, con quien en ese momento, teníamos un carácter irritante entre el uno y otro.

Carlos Andrés, se sentó atrás de nosotros, no sólo para coquetear, sino cargosear; yo, inocentemente caído al costado de AK, fui punto de joda, de él, para que se luzca como bacancito; me defendí bien, pero algo me turbaba, era una energía que me llegaba, y el buen Carlos, zorro en estas cosas, se dio cuenta.


- ¿Qué tanto lo miras a mi amigo?! – Gritó malcriadamente el candelejón.


- Me gusta pues, déjame – Replicaste, no sé si en broma, muy sueltamente.



Mi cara de huevón no tardó en aparecer, roja como el tomate; escuché la pública ¿confesión?, y empezó el verdadero melodrama, pues tu afirmación pública, hizo que nuestros cucufatos compañeros nos juntaran casi siempre.

Nos crearon 12 hijos, anillos de boda, ternos y vestidos de novia; tuvimos bastantes comadres y compadres. Tú como buena esposa, te dedicaste a escucharme cada vez que hablaba, incluso a ser la única en hacerlo cuando los demás me ignoraban; no era nada difícil conversar largo y tendido, compartíamos muchas inquietudes, así como gustos en series que los demás consideraban tonterías, hasta ahora no entendemos como no han podido ver Sétimo Cielo; es cierto capulí, los aburridos son ellos.


El juego estaba bonito, entretenido, me ayudó bastante a sacar la creatividad teatral a la luz; a los muchachos les parecía gracioso, hasta ahora dicen que teníamos mucha química al momento de interactuar en las diferentes situaciones que ellos nos ponían en nuestro matrimonio; ¿o ya olvidaste cuando nos encerraron en el salón para poder arreglar un supuesto problema de infidelidad de mi parte, que luego convertimos en un Sketch de Laura Bozzo?


Estas inocentadas fueron lindas; pero, todo lo lindo tiene un punto de quiebre, y todo juego se puede hacer vicio; y lo sentimos juntos en esa ocasión que puede decirse nos juntó más. Los muchachos, siempre jodidos muchachos, no te dejaban ir a casa a menos que sea conmigo.



-No, no te vas a ir a menos que sea con tu esposo – Dijo Pamela.


-Caramba, déjenla ir que se le puede hacer tarde – advertí.


- Pero Julio, si dices que la quieres, acompáñala, no seas maricón – dijo el siempre cariñoso Benito.


- No, caramba, ella toma otro carro…- Repliqué tontamente


-Chicos, en realidad me tengo que ir, yo me voy con Ana Karina; no tienes que molestarte Julito- dijiste.


- Ya ven? Ahí va AK – dije, con cara de imbécil.


- Uyyyyyy, ¿¿cómo vas a hacer eso?? – dijo Teresa


- No, no puede irse con AK, porque ella va a irse con nosotros – Dijo Carlos Andrés sentenciando mi papelón.


- En serio muchachos, ya me voy, no importa, voy sola, no te preocupes Julito – volviste a decir.


- Ok, ya ven? Vamos nomás, ya no la fastidien, además nos desviaríamos y ella, mi esposita no quiere que me incomode, ¿o no amorcito? – culminé y me gané el Oscar por mi papel de IMBECIL.


No se dijo nada más, era consciente que algo de mí quería que te acompañara, y tus ojos me decían que algo no estaba bien; dude bastante, pero te dejamos ir, vimos como volteaste la esquina para que nosotros sigamos nuestro rumbo; caminé unos pasos pensativamente, paré en la esquina.


-Ta Madre, no me siento bien por eso, ¿si le pasa algo? – Reaccioné tardíamente.


-Si pues, la hubieras acompañado – me dijo como voz de consciencia Karina.


-Si pues!!! SIGUELA!!– sonó como eco Ana Karina.


-¿Si no?


-Anda oe imbécil, sé un caballero y no un maricón – me dijo el Chino con algo de molestia.



Corrí para darte el alcance pero ya no estabas, corrí porque sentí que algo hice mal, que te di una primera desilusión. Cuando seguí tu camino, ya no estabas, llegué quizás muy tarde; ese día sentí el primer Crack! real en mi corazón; detuve el paso, di la media vuelta para regresar cabizbajo al grupo, regresé para que me lornearan, y sacaran mi mala leche.


Los días avanzaban, la amistad seguía avanzando, el grupo iba muy bien, pero ya se acercaba el fin de todo, la viada para ir a la universidad se acercaba como las fechas de los exámenes de admisión.

El mejor juego para una despedida es perfecto cuando se juega al Amigo Secreto, perfecto pues se presta para el armado de las mejores historias, y esta vez, nuestra historia.

Mientras tuve el gusto de escribirle a Karina, yo recibía las cartas de una buena anónima (siempre me desviaba a pensar en todas menos en ti), era una chica encantadora, siempre me levantaba la moral, me engrandecía en cada letra escrita, juraría que hubiese sido una hija de Belmont si alguna de ustedes hubiese tenido ese apellido, siempre la recordaré porque tuvo la osadía de llamarme Javier en una equivocación de nombre garrafal.

Tú recibías un Chupate el Dedo de regalos, yo estaba feliz con lo que la anónima escribía; de paso recibía regalos de Karina, quien, al parecer, le gustaba también mis escritos.

Para esos días ya arrancaban las temporadas de examenes de admisión; supuestamente, mi hora estaba por llegar; pero cause decepción cuando no participé en el examen de la Agraria.

Me lo dijiste, dálo, y no te hice caso; tu buen instinto decía que ingresaría, y pudo ser así, cuando los resultados salieron; me dijiste tonto porque en los simulacros que di estaba por encima del mínimo de ingreso. Aún así, me animaste a hacerlo en otra ocasión, y me aseguraste que en San Marcos la hacía. Estuviste a mi lado cada día desde ese momento, estudiando juntos, maldiciéndome cuando resolvía una buena ecuación que no te salía, escuchándome siempre los tips de RV; siguiendo con el juego con el bautizo de los niños y mis supuestas infidelidades con AK; tratando de resolver el misterio del amigo secreto; durante esas semanas nunca nos preguntamos nada íntimo acerca de nosotros.

Ese misterio causado por no atrevernos a preguntar ese aspecto, hizo la relación más interesante, a medida que empecé a descubrir que algo fuera de lo común ocurría en mi por primera vez.

El niño estaba aprendiendo a conocer algo. Y tenía que resolverlo pronto, pues el tiempo que nos quedaba como grupo era corto para entonces. Todo se iba haciendo más bonito, todo era nosotros.

Las semanas pasaron, y la razón de todo llegó...

1 comentarios:

Ilya B. dijo...

nooooooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!
xq culminaste en la parte más interesante???
Espero con ansias la tercera parte del final feliz sip!
y cumpliste con lo acordado jeje

Ilya B. dijo...

nooooooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!
xq culminaste en la parte más interesante???
Espero con ansias la tercera parte del final feliz sip!
y cumpliste con lo acordado jeje