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Tu novia y el puente

Iba caminando por la avenida Javier Prado, en estos malditos días de desempleo, cuando los taxis son un lujo y una sola moneda es un oasis; he decidido caminar para aprovechar el calor del verano y botar algo de sudor que no necesito; así también caminar los más de 30 minutos que te dicen que ya es ejercicio, ver algunos culitos, y por supuesto, ahorrarme esa moneda que es mi oasis dentro del bolsillo.

Mi ruta ya estaba terminando, la verdad que no volveré a caminar hasta mi casa después de dar una entrevista de trabajo. He sudado más de lo que he querido, supongo es bueno, pero los zapatos me han sacado unas ampollas en el talón que me están haciendo parir en cada paso. Ya falta poco, es lo que pienso, con la corbata en el bolsillo, y el saco rondando en mi brazo derecho.

Finalmente llego a mi puente peatonal, digo que es mio, por las innumerables veces que lo he recorrido; siempre le agradezco su existencia, que me libra de torear los carros que cruzan esta recorrida avenida.

Puta madre, a subir los escalones, discúlpenme talones pero el dolor es necesario, más tarde podremos encajarnos una comilona, sin culpa, para emparejar este ejercicio improvisado.

Después del último escalón, llego a caminar al puente, el dolor es fuerte pero soportable; me detengo un momento para sobarme un rato los talones, a pesar que me dan miedo las alturas, me gusta el vértigo y sentir el miedo de caer y chocar contra una couster.

Mientras me pongo el primer zapato, un hombre en un terno más elegante se coloca a mi costado. Yo me considero simpático en terno, pero él es el muñeco de la torta que todas quisieran comer; pero él era un muñeco triste. Su rostro desencajado hizo que le prestara más atención que lo normal. Me coloco el segundo zapato, y reniego del dolor al aire. Él me mira, y me pregunta si vengo de una boda. Le dije que era imposible por la hora, él replicó que me pude quedar de boleto y recién llegar a casa.

Le comenté que vengo de buscar trabajo, y que como nunca me dicen cómo ir vestido, siempre me pongo el mismo terno para ir lo más presentable; él me dice que son cojudeces, y yo le digo que cojudez es llorar al mediodía por no conseguir trabajo.

Me dejó mi novia, fue lo que me dijo directamente a los ojos, en un tono quebrado y con más lágrimas de esas que se dicen de adentro.

Le dije que lo sentía, que a todos nos pasa, que la vida continúa, y mi camino también; me volteé para seguir mi camino, pero él me pidió que me quedara. Le dije de la manera más correcta que me incomodaría estar ahí con él; él siguió insistiendo tanto que mis excusas se fueron degradando a un No Jodas.

Seguí mi camino hasta la mitad del puente, y veo que los vendedores de DVDs se levantaron a gritos de sus asientos de cemento. Puta madre, este Hijo de Puta se quiere tirar, y lo peor de todo es que me llama a su lado para que no se tire. Maricón de miércoles, ahora van a pensar que soy su pareja y que me la como doblada y con nudo; es lo que pensé mientras iba hacia él.

Le dije que no lo conocía, que por favor, que se deje de huevadas, que la vida por una mujer no se acaba, así como la vida sin alguno de nosotros tampoco se detendría, mira que eres pepón, te va a faltar pinga para tu soltería. Terminé diciéndole, no sé qué más decirte.

Se sonrió un momento, y me dijo que podía decirle más que eso, me preguntó por mi estado sentimental; le respondí la verdad, soy un soltero eterno, un enamorado eterno con distintas musas de turno, si soy más específico, me gusta enamorarme más de lo platónico antes que hacer un compromiso donde alguien podría salir dañado.

Me hizo hablar de mi última experiencia, pero no le quise contar detalles; le dije lo que todos mis conocidos amigos saben, a él no le bastó.

Cuéntame lo que te pasó a ti, dame detalles si quieres detalles, fue lo que le respondí.

Hoy estoy aquí, con mi esmoquin negro, vestido para mi boda,a pesar que se supone que me caso este domingo, la conocí hace 4 años después de terminar la universidad. Nunca pensé que la secretaria del rectorado fuera a ser tan bella; y menos pensé que en las 3 o 4 visitas que hice ahí para sacar mi cartón me llevarían a enamorarme de ella. Mi familia goza de opulencia, de una buena y próspera empresa, que seguro algún día será mia, cada día mejora, pero eso no importa para esta historia.

Yo la amé y la amo hasta el cansancio, ella es todo lo que yo anhelaba...

Disculpa que te corte, lo interrumpí, pero dime qué pasó, me imagino que le diste todo lo que querías, viajaste por todos lados con ella, la apoyaste a ella y su familia. Eso está bueno, pero qué te hizo, es lo que me pregunto; no quiero problemas, busquemos soluciones.

Eres una mierda, me gritó, le pedí disculpas por ser tan insensible, pues no quería que se siga arañando el sentimiento. Le dije a él que siguiera llorando.

El prosiguió contestando la información que le pedí. Le regalé un diamante como anillo de compromiso, el más fino que se haya visto acá en el Perú...Pero bueno, todo empezó este mismo día hace una semana en la mañana, hicimos el amor por última vez. Yo la abrazaba cansado después de tan buen sexo, de repente ella se puso a llorar a mi costado, lloraba y lloraba a pesar que la intentaba consolar, y yo no entendía que era lo que pasaba. Nos bañamos juntos, en la ducha, mientras las gotas de esta intentaban apañar mi mirada, notaba que ella me miraba fijamente y como hace mucho tiempo no lo hacía, tomó mi rostro y lo acarició por bastante tiempo, como si quisiera conocerlo nuevamente.

Yo lo oía a él atentamente, apoyado a la baranda del puente, a su costado.

Él prosiguió contando. Después de la ducha, me dijo fríamente que me amaba y se fue del departamento. Y nunca más la vi.

Y seguramente nunca más la ubicaste, le dije.

Él asintió, y me dijo que su novia había renunciado de su trabajo, sus cosas ya no estaban en su departamento, y el número de provincia de la casa de su abuela ya no existía. Simplemente se había esfumado.

¿Y qué haces hoy acá? Le terminé preguntando.

Hoy encontré el anillo de diamantes al fondo de mi cajón de medias. Por siete días pensé que mi único lazo era ese anillo, pero la última esperanza se fue. Me vestí de este trajecito, porque pensé que vestido así iniciaría mi nueva feliz vida. Y no sé si será feliz, pero aún así quiero adelantar el inicio de mi nueva vida, que empezará terminando la que ahora tengo.

Puta madre, exclamo, ahí viene un policía a joder, no te hubieses parado sobre las barandas, alguien ya le pasó la voz, le reproché.

Él se paró nuevamente sobre las barandas del puente.

Me exigió que cumpliera con mi parte y entrara en detalles. El policía intenta venir hacia nosotros, le digo que por favor, se alejara de nosotros, que él tiene la sincera intención de matarse, y que no, no lo conocía y los trajes son coincidencia, que nadie está borracho. Me salió nuevamente la muletilla del Puta madre, y lo mandé a joderse al policía. Él le gritó al uniformado que se alejara, que si da un paso más se tiraría. El policía baja el puente y lo veo hablando con su radio comunicador.

Oye, carajo bájate de ahí, él me hace caso.

Lo siento compadre, le dije y le pedí disculpas llorando. No sé qué mierda decirte, y entré en llanto. Todo ya lo dijiste tú.

Él me miró con cólera, y me golpeó en la cara. La sangre brota y gotea sobre mi camisa.

Perdóname, pero ella me hizo lo mismo, no sé si hablemos de la misma persona, pero hablamos de la misma naturaleza. No te subas nuevamente, por favor, sigo llorando, porque … no sé por qué.

La vida continúa, aunque vas a estar muerto más de un año, un amor como el que ella te pudo dar no vas a encontrar, su pureza y fugacidad es lo que más vas a volver anhelar, su cuerpo será tu sueño. Y tú, tú nunca serás el mismo.

Bájate de ahí por favor, que no me interesa si hablamos de la misma persona, no me preguntes el nombre porque lo he olvidado, como he olvidado su rostro, pero aún así me falta olvidar su voz y los últimos Te Amo que he escuchado en mi vida. No grites, ya llegaron los bomberos carajo, ni te acuerdes del nombre de su ex pareja, porque no soy yo, y mejor que no te acuerdes. Porque aún así yo lo sea te diré que no lo soy.

¿Por qué no tomé esta decisión yo a mi tiempo? Porque no es una alternativa, porque mi religión no me lo permite, porque mis padres están conmigo, mis hermanos, mis amigos, porque hay vida…

Me gritas que no tuve huevos, y te respondí vehementemente con un ¡sí carajo! ¡No tuve los huevos! ¡No para eso!

Él me da la espalda y mira hacia el horizonte parado sobre las barandas. Me dice que él sí tiene los huevos.

Eres un maricón le grité; no sabes que lo mejor de la vida comienza cuando empiezas a depender de ti mismo, a cagarte de risa de lo patético que eras hace unos años.

Él entró en llanto, y me dijo que sí era un maricón, un maricón con huevos.

Gracias por entrar a mi vida en este último día de mi vida. Me terminó diciendo.

Me lancé hacia él, alcancé uno de sus pies, pero no fue suficiente, su peso venció mi cansado cuerpo por la caminata, su cabeza se estrelló contra el asfalto, me quedé mirando su cuerpo en llanto, hasta que los bomberos me abordaron. Me interrogaron y les dije todo lo que querían saber.

Su golpe en mi mandíbula me hizo olvidar las ampollas de los talones, me senté en el último escalón de la bajada del puente, tratando de recuperar los recuerdos que de ella deseché, no tuve éxito.

Él me envidió, por seguir vivo, pensé; pero tampoco pudo confiar en la dependencia de uno mismo, si se lo dice un desempleado con ampollas en los talones.

Pero lo que más comanda mi mente es un Maldita Sea, una maldición por la cólera de no saber siquiera si hablábamos de la misma persona. De la misma ejecutora.

Lo que si es certero, es que ella una vez más apareció en mi vida, esta vez con un final alterno y trágico del que yo no era protagonista.

Hace buen tiempo decidí que todo lo que haga será para contarla, pero este día lo consideraré como la musa que él y yo tenemos; una historia que no quiero contar.