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Brandon



Brandon sigue viniendo cuando lo llamo. Sus pasos que arañan las mayólicas del piso siguen sonando como pequeños aplausos ante su llegada. Por momentos sigo sintiendo cómo me hinca el dedo gordo del pie con sus dientecitos en crecimiento.

“Hey, Brandon” y sus ojos completamente negros y tiernos siguen devolviéndome la mirada con un pequeño ladrido agudo.

Brandon duerme tranquilito en esa enorme cama que le debe durar 14 años, solo cubre un octavo de sus dimensiones, pero se supone que en algún momento cubriría todo. Su saco de 50 kilos de comida para cachorros espera ser devorada por ese hermoso hocico.

“Hey, Brandon” y sus ojos completamente negros y tiernos siguen devolviéndome la mirada con un pequeño ladrido agudo.

Brandon sigue acompañando a su madre adoptiva mientras trabaja. Siguen intercambiando indescriptibles miradas y tomándose fotos para guardar registro de toda su aventura juntos. Brandon, coqueto, la hace sonreír como pocos saben.

“Hey, Brandon” y sus ojos completamente negros y tiernos siguen devolviéndome la mirada con un pequeño ladrido agudo.

Brandon tiene a una niña de 2 años y medio que cuidar, una enorme responsabilidad para una criatura que solo tiene mes y medio. La niña viene descalza a jugar con él, lo acaricia y le dice “pellito” o simplemente “Brando”, sin N al final, saltando y con una sonrisa de oreja a oreja. Brandon, concienzudo, sabe que es una bebé y no se atrevería a jugar a las mordidas con la niña que debe proteger.

“Hey, Brandon” y sus ojos completamente negros y tiernos siguen devolviéndome la mirada con un pequeño ladrido agudo.

Brandon sigue aprendiendo a detectar los lugares donde hacer su pichi a la espera que se cumplan los meses necesarios para salir a todos los parques que nos rodean. Mientras tanto se dedica a oler y jugar con la tortuga remendada que le conseguí.



“Hey, Brandon” y sus ojos completamente negros y tiernos siguen devolviéndome la mirada con un pequeño ladrido agudo.

Y todos los que te conocimos te quisimos y apreciamos por no darnos ninguna travesura por la cual renegar.

“Hey, Brandon” y sus ojos completamente negros y tiernos siguen devolviéndome la mirada con un pequeño ladrido agudo.

Brandon fue amado todos los pocos días que estuvo con nosotros, porque no se necesita más de un día para amar a un ser viviente de la cual ahora eres responsable para ser feliz.

Brandon amó, Brandon luchó hasta su último día.

Brandon sigue acurrucado entre nosotros y sus patitas siguen en nuestro regazo.

“Hey, Brandon.
Descansa.
I’m sorry. I love you”.