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Write some words about you and your blog here

Tiempos

Más de 4 años de soledad voluntaria y forzada, 5 años que el amor se me presentó, 6 años desde la última proposición. Impericia adquirida para las relaciones.

Pero ya no. Es tiempo de golpear a los sentidos y despertarlos de la somnolencia inducida en todos estos años.

Cansado de dejar atrás sonrisas menos hermosas que la tuya, de ignorar cariño sincero de distintas procedencias, de relaciones vacías donde se intercambiaba sudor en lugar de lo que dicen que realmente vale.

Me agoté de hacer el aviso de servicio público donde cualquier parecido al amor, es mera coincidencia.

Harto de todo esto voy por ti, por tu sonrisa fácil, esa misma que regalas al mundo de manera casi gratuita. Voy por tu corazón idealista, quiero robar tu esperanza por el amor que no conoces, y devolverte eso, amor.

Luchar por ti. Dicen en unanimidad todos los sentidos; a pesar de la primera batalla perdida. Corazón, cerebro, hígado maltrecho, y hasta estómago unidos desempolvan aquellas armas herrumbrosas debido a la inactividad de los calendarios pasantes. Vamos por un sueño en el que no más creímos; la esperanza de conseguir tu esperanza, el ideal de los que no fueron dañados en esta apuesta que significa una  relación.

Es hora de abrir mi mundo nuevamente, presentar a todos mis personajes, héroes y caricaturas. Tiempo de sonreír cada mañana al despertar, y en las noches al dormir.

Esto no es un faroleo, esta es mi mejor apuesta, la que ya me olvidaba de hacer, y es tu felicidad en mis manos.



Tamagochi


¡Qué bochorno en Chiclayo! Es mediodía en esta ciudad, y poco tiempo para hacer paradas en las sombras de ésta, mi ciudad. Tengo que apurarme para llegar al delicioso almuerzo que MamaSarca hará para mi gusto; de ahí un lonche donde Viole, y luego regresar a ver novelas con mi Sarquita hasta que ella se duerma.

Me encuentro  por el centro de la ciudad, buscando un  cargador de celular, que como siempre, y maldita sea, olvido los míos en Lima. Siete soles me cuesta la cuestión,pero no importa, sigo caminando por la avenida Balta, la clásica Balta, la comercial de Chiclayo, el camino hacia el centro de la ciudad.

Sol insolente, me obligas a tomar un helado, ¡Oiga señor heladero! Grito a un ancianito de amarillo con su carretilla, Maestro déme un sándwich, no, no me dé el chico, déme el de tres soles, sí, ese que me va a cobrar cuatro, vainilla, asu, calor de mierda, ¿no?, cóbrese, y póngase su gorrito, cuide su cabecita pues, maestro. El señor heladero, no me dice ni una sola palabra, solo se comunica con sus manos, y al final me sonríe para que siguiera con mi camino.

Sigo mi camino saliendo de Balta, donde al final de la cuadra de la comisaría a la izquierda está la continuación de una de las acequias y a la derecha, el Parque de las Musas. Las sombras que se proyectaban al costado de cada una de las estatuas representativas de aquellas musas griegas provocaron en mí las ganas de tomarme la última pausa antes del suculento almuerzo.

Senos, caderas, algunas más gruesas que las otras, pero siempre frías, me invitaban a acompañarlas, y después de una evaluación, escojo a Talía como mi acompañante. Muerdo el helado, y miro el cielo despejado de Chiclayo, sus alrededores, todo para sentir mi ciudad. Algo me ataca desde abajo, de rápida sorpresa, alguien se apega a mi pierna en llanto.

Oye niño, no, no soy tu papá, seguro debe estar por allá. ¡Anda con él! Le repito mientras él seguía llorando. Él me sigue apretando por el lado de la rodilla, mientras yo miro a los alrededores para ver si localizo alguna cara de desesperación en búsqueda de su pequeño infante.

‘Tío Juan, tío Juan’, me dice mientras llora. ¿Y ahora qué hago? Ya me fregué por tener cara de conocido, ¿cómo me deshago del mocoso? Pienso de manera intranquila buscando una solución. Con algo de fuerza lo cargo y separo de mi pierna, lo llevo a la altura de mi cara, y nos miramos frente a frente, sus ojos grandes y celestes, su boca chiquita y su rostro blanco pero sucio por las lágrimas y la tierra me miran fijamente.  Me sigue llamando Juan con esa mirada de cachorro, entonces fue imposible para mí mandarlo lejos, le di un pequeño pedazo que quedaba del sándwich, y lo tomo de la mano para emprender una caminata juntos.

¿Sabes? Tu ropa está sucia, ¿dónde te has caído? ¿En la guarida de las tortuninjas? Le pregunto, noooooo, allá yo taba con oto ninio que… que…, él se traba un poco, quizás por el susto, yo lo miro fijo mientras espero que termine su explicación… que… que… que…gugaba al ampay… me dice. Ah, a las escondidas, ¿jugabas a las escondidas? Y él responde con un “Tí” ¿Cuántos años tienes? Pregunto “Tes” me dice levantando tres deditos.

Buscamos en la zona de juegos para niños del parque a sus papás, damos unas cuantas vueltas, le pregunto si ve a sus padres, me dice “no tan mi”.

Ya es hora de almuerzo, estoy perdiendo el almuerzo de mi Sarca, y seguimos en el parque, me acerco a las personas adultas que estan por la zona de juegos, me dicen no reconocer al niño, o simplemente que recién llegan al parque, ‘ai joven, déjemelo llevarlo pa’ la comisaría, ahí debería estar sus papás, ¿dí??’ me dijo un tipo sospechoso de alrededor de 45 años. No jodas, con esa cara de traficante no te confío ni una servilleta, pienso. Pero le digo, No se preocupe caballero, yo lo encontré, y yo mismo me encargo del pequeño; voy a seguir buscando, gracias… El tipo me pide una propina, es pa’ dejarlo tranquilo, me dijo, le repliqué, me vas a dejar tranquilo aunque no te dé nada, así que arranca.

Cuando el sujeto me da la espalda  añado susurrante… sigue tu camino derechito a la mismita mierda.

-Tío!!! Uyuyuyuyy dijite la mala lisura!!!
-Shhh, no, no lo hice, yo dije mirra. ¿No sabes lo que es Mirra?
- mmm mmm- me dijo ese clásico No zarandeando su cabecita.
-Es una cosa que le dieron al Niñito Jesús cuando nació.
- y … y…  qué es ninito jeshú?

'Carajo, el niño es judío', pensé asumiendo sus ojos celestes y color de rostro.

Le dije que era un niño que siempre se portaba bien, y que siempre está por ahí, además que es bien conocido. Nervioso le dije, ¿Vamos a tomar helados? tragídico. Él se alegra, y me apreta más la mano mientras caminamos de nuevo hacia la avenida Balta en busca de la heladería.

¿Y cuál es tu héroe favorito? Le pregunto. ‘Ben dié (Ben10), cu…cuando se se coviete en etaterreste, y pushhhhhh y salva el mundo, ¡sieeempe!’y Sportacus, ¡siempe le gana a ..a lobi loten, él siepe etá con estefani!’ Me responde haciendo saltos con una sonrisota.

El otro día vi a mi primito con unos Pokemones, ¿sigue dando? Le vuelvo a preguntar. ‘Siii, pikachu, bolbasor, atak tueno…viste cuando Ash, le ganó a Gary, y…y cuando pikachu grita, ATAC TLUENOOOOOOO’ Me suelta la mano y trata de imitar al roedor amarillo, ese momento tierno fue una delicia cómica.

 Jajaja, claro, yo veía cuando antes eran sólo ciento cincuenta Pokémons ahora son un cu…digo, un montón más ¿no? Él me mira con extrañeza, y le repregunto, ¿son un montón, no? Con Chikorita, ¿Trecko? ¿Torchic? ¿No? Él se sonríe mucho más y afirma con su cabeza, me pregunta si seguía viendo. Le digo, a veces, pero es feo cuando te vuelves viejo, pero me gustaba Charmander. Y seguimos conversando de los pequeños mostritos hasta llegar a la heladería.

Llegamos al Greycy, una conocida heladería del centro, le pido un helado de 3 bolas en vaso al niño; él mismo elige sus sabores, chocolate, chocolate y…chocolate. Y yo los mios, chocochips, chocochips…y vainilla.

¿Sabías que cuando tenía tu edad y salía del dentista, mi mamá me traía acá por ser un niño valiente? Le comento, pero él sigue disfrutando su helado, con una voracidad que parecía que no había ni desayunado, bueno, yo te decía por si te interesaba, pero, sigue está bueno ¿no?, le hablaba, pero no obtengo respuesta, bueno, sigue comiendo nomás, dije con desdén dado que no me daba bola.

 Terminados los helados, nos quedamos mirándonos la cara, yo pensaba en qué hacer, pues no quiero llevarlo a la comisaría dado que no confío en el trato que los policías puedan darle, o seguir buscando en la ciudad, me desanimo pensando que antes hubiese sido fácil, pero Chiclayo ahora es una ciudad más grande. Y lo sigo mirando, como si él me fuera a dar una solución.

‘Tío, caca’ me dijo de repente. ¡Puta madre¡ grito por dentro, y con un control bastante fuerte no lo exteriorizo.

Lo cargo, cojo las servilletas de mi mesa, y cargándolo lo llevé corriendo al baño; lo espero un momento, le pregunto si ya está y le agradezco al cielo que la experiencia no fue difícil, pues ya sabía cómo limpiarse el poto.

Salimos de la heladería y nos sentamos en la plaza de Chiclayo, le enseño con la mano cuál era la catedral y la municipalidad. De repente le pregunto algo que pensé que no sabría por su edad, ¿Dónde vives? En Pimentel, me respondió.

De inmediato lo vuelvo a cargar y tomo un taxi, le digo que me llevara a Pimentel de inmediato. Llamo por celular a MamaSarca, le digo que me había encontrado con un amigo, que me guarde la comida para el lonche. Cuelgo el celular, miro a mi acompañante, pero él esstaba durmiendo en mi regazo. Lo abrazo, y veo como el taxista me mira por el espejo retrovisor.

¿Es su hijo? Me pregunta. No, es solo el hijo de un buen amigo que vive en Pimentel, le comenté. El taxista de bigotes me replica, son lindos a esa edad pero también terribles, hay que tener suerte para que te toque uno de espíritu tranquilo. Con una sonrisa le afirmo que estaba de acuerdo, aunque la verdad no tengo la certeza de qué me estaba hablando. El señor me sigue hablando, aunque a veces los moviditos terminan siendo los más exitosos por ser aventados cuando son grandes. Yo le respondo, ¿Será, no?  El taxista se sonríe, y me dice, ya sabrás cuando tengas uno tuyo, parece que le caes bien a los niños; será fácil para ti.

Nos bajamos del carro, y cargo al enano durmiente, empecé a consultar por varias cuadras a señoras si conocían al niño. Pero me decían que no, algunas se ofrecían a cuidarlo por lo bonito que era, pero les decía que prefería hacerlo yo, utilizaba la excusa que era un policía y hoy es mi día de licencia.

Ya son las 5 pm; y he caminado prácticamente todo el día con el calor de la ciudad. Me siento en una banca del malecón, viendo unas lindas féminas pasar, o mejor dicho, desfilar, porque eran niveles de Misses, todas ellas   me miraban con ternura como abrazaba a mi supuesto hijo. Algunas me dicen qué lindo tu niño, yo les respondía gracias, y a las de mirada más coquetas les informaba que falta la madre para hacer la familia.

Una vez más lo alzo, para ir al muelle de Pimentel, a ver el paisaje desde allí, y un aparatito cae de su bolsillo hacia mi zapatilla que amortigua todo el golpe de la caída. Él se despierta, y grita Mi Tamagochi.

Lo recojo, y exclamo,  asu mare, hace años que no veía ni uno de estos, tuve uno hace más de 10 años, en una Navidad que siempre olvidaré, pero el regalo no.

¿Es tuyo? ¿Quién te lo dio? Mi papi, me dijo. Wow, seguro era de él, el niño asintió con su cabeza, y me comenta, me lo dio poke le pegó a mi mami, chempe me da algo cuando hace llolal a mi mami. Me lo dice llevando su mirada hacia abajo.

No lloraba, pero su mirada me llevaba a creer que esa expresión era un tipo de resignación, quizás desaprobando lo que hacía su papá, aprendiendo a tan corta edad a conocer de temas complejos y delicados de la diferencia entre lo bueno y lo malo, su mirada seguía hacia abajo, sus cachetitos se hacían bolitas, mostraba un silencio, le devolví su tamagochi, lo tomé de la mano, ‘¿por acá es tu casa?’ le pregunto, él con su cabeza me dice que no. Seguimos preguntando a cuanto transeúnte pasaba, pero la respuesta era la misma, nadie lo conocía. ‘Ya es de noche, vamos a Chiclayo’

Mientras esperamos que pase un taxi comienzo a divagar para él, y le digo, yo no sé si los papás tiene por tradición regalar un Tamagochi por cada cosa mala que hacen, debe serlo, al menos hace 15 años, eso era un regalo de primera, y lo tuve pero en malos momentos.

Llega un taxi, y subimos. Yo sigo con la divagación. A mí me lo dieron en una de aquellas fechas que se llaman Navidad. Mis papás estaban peleando cuando abrí el regalo, y toda esa cólera usurpó la alegría de cuando abrí el regalo. Aún así no le guardo rencor al aparatito, sino a la fecha, este aparatito me hacía olvidar los problemas de adentro siempre que lo jugaba en la puerta de mi casa alimentando al dinosaurio que hay ahí. Tú deberías hacer lo mismo, acá estamos para entretenernos. Ja, lo gracioso es que la Navidad es el cumpleaños del niño Jesusito, ese que quizás sea tu amiguito, ¿qué dices?… pucha, ¿te quedaste dormido de nuevo? No importa, meme pequeño… meme. Le acaricio la cabeza.

El camino se hace difícil para mí, se hace muy tarde y no podía retenerlo, a lo mejor me podrían acusar de secuestro, o de haberme levantado al niño, eso me deja mal parado ante cualquier cosa, pucha, ni se lo llevo a mi Sarquita que se enamoraría de él, y cuando se tenga que ir seguro que llora. Puta madre, no me queda de otra, tengo que llevarlo a la comisaría, y ahí negociaré para que yo lo cuide en alguna casa, quizás la de Viole, ahí hay algún espacio.

Le dije al taxista que se dirija a la comisaría que está por Las Musas. A los 10 minutos estuvimos ahí. Justo en el taxi había una manta, le pedí al taxista que me la vendiera, para cubrir al niño, pero finalmente me la regaló. Lo abrigué, y lo cargué.

Camino lentamente hacia la comisaría, acariciando su espalda para que se mantuviera tranquilo en su sueño. En la entrada de la comisaría veo a una chica de rasgos mestizos profundos llorando; la mira y sigo mi camino.

Jefe, buenas noches, vengo a reportar a un niño perdido, mejor dicho, vengo a entregárselo como se da cuenta. Le digo al oficial, mientras le quito la cobija al niño. De repente unos gritos de ¡Señor, Señora! , y varias veces ¡El bebe! Empezaron a sonar. Inmediatamente la chica que me crucé con un tipo alto, blanco y de rasgos judíos me abordó, y una mujer de pelo negro, delgada, espigada y rasgos finos me rodearon. Las dos mujeres estaban llorando, yo estaba con cara de sorprendido.

El oficial preguntó si el niño era hijo de ellos, a lo que respondieron que así era. Me sonrío, y miro hacia arriba con alegría, les dije qué bueno que al fin los encuentro, no se imaginan todo lo que estuvimos buscándolos. Le entregué a la madre a su hijo. Le conseguí una cobijita para que no se enfríe con este viento, le comenté. Y sin esperarlo un puñete me cae de lleno en la cara.

El padre está hecho un energúmeno, yo no entiendo qué carajo está pasando. Sólo empecé a gritar, ¿qué chucha pasa?

Lucinda, ¿es él no? ¿Es el que viste? Pregunta el tipo a la chica que al parecer era la encargada del niño. La mujer no dice nada, solo asiente la cabeza, y también evade mi mirada, ¡oye mujer! ¡qué carajo estás hablando! ¡Nunca te he visto en la vida! Le grito a la criada. El hombre me empuja, y otro puñete me cae en la cara, mientras los oficiales se acercan, el hombre me da en el estómago, los gritos empiezan a hacerse fuertes, y el encolerizado padre se va encima de mí, seré malo peleando pero una al menos le tengo que dar, y así fue, un quiño le alcanzo a dar en su pronunciada nariz judía. Luego los policías nos separaron, te voy a matar violador de mierda, me grita, te vas a podrir en la cárcel, y si tocaste a mi niño yo mismo me encargaré de que te maten a ley de burro hijo de tu madre, sigue diciéndome, ¿Qué? ¿Me vas a pegar como le pegas a tu mujer maricón de mierda? Le replico.

Tras decir esto un oficial me dio un cocacho para el recuerdo, lo miro, le digo mi nombre, y que juzgue por mi apariencia si tengo pinta de violador, acá cualquiera es sospechoso, me responde, no sea pendejo jefe, haga todas las pruebas antes de meter golpe, le increpo.

El capitán de la comisaría sale de su oficina, usted está detenido bajo sospecha de secuestro a un menor. Mi sorpresa es demasiada, pero jefe esto no es así, mi abogado está en Lima, oye chica, no seas mentirosa, reconoce que se te perdió el niño, yo no le haría daño jamás, reconoce y si este ñangón te hace algo, ¡yo te ayudo! ¡Cualquiera tiene un mal día, los niños se pierden fácil! ¡Oiga oficial, suélteme no es necesaria la fuerza! ¡Señora, mire a su hijo, está tranquilo, no ha pasado nada!

La madre llora mientras abrazaba fuertemente a su niño, y empieza a hacer llanto. ¡Tiene que creerme, yo no soy ningún delincuente! ¡Yo cuidé a su niño de peores depredadores! ¿Le tiene miedo a su marido? ¡Hay recursos! El padre grita que me aparten de su familia, no sin antes recordarme fuertemente a mi madre.

El niño se despierta, y mira como me tienen los policías, cuando yo forcejeo solicitando negociación. Tío Juan, tío Juan, ¿on te vas? Me dice, a ningún lado, pequeño, a ningún lado, le digo.

Los padres se miran uno al otro, y él se me acerca para lanzarme a un bofetón que esquivo, ¿o sea te hiciste pasar por mi amigo para irte con mi hijo? Me grita. No imbécil, ¿por qué serás tan esúpido? ¡¡El niño se me acercó porque tengo cara de Juan!!  El niño le grita a su papá y le pide que no me pegue, ¡papi, no mi tío Juan, no! Y se pone a llorar. El papá se acerca a su hijo, y le pregunta, ¿te ha hecho daño, hijito? El niño zarandea su cabecita, y grita ¡NO¡

¿Ya ven, qué esperan para que me suelten? Les grité.

El hombre se calmó, y todos los oficiales también, soy inocente, lo encontré al mediodía sucio en el Parque de las Musas donde estaba tomando un helado sentado al costado de Talía. Sé que debí traerlo de inmediato, pero no confío en el trato de los policías en la comisaría, porque yo también me perdí cuando era niño. Señores, su hijo estás bien, es un lindo chico, bastante calmado, dicen que hay que tener suerte para que toque uno así, seguro lo heredó de la madre. Señora…su hijo no miente, si tiene problemas, tiene que hacer algo.

Su esposo se me acerca nuevamente, los policías se ponen nuevamente alertas, me dice, cállate, igual te vas adentro, al menos hasta que aclares a esta persona.

De repente aparece el hombre de cuarenta y cinco años que en primer lugar se ofreció a llevar al niño a la comisaría, sí ese mismo sospechoso que me pidió una propina por tranquilidad me había acusado. Lo miro sorprendido.  Miro a los policías, y les explico nuevamente, les indico que este tipo era uno de los depredadores, el oficial me dice que los padres apoyarán su denuncia hasta que se compruebe que el niño no tiene ninguna lesión por abuso. El hombre señala en mi cara que desde un inició tuve actitudes sospechosas y hasta parece que vio un toqueteo inapropiado de mi parte. No voy a discutir a un drogadicto como tú. Le dije.

Ya estoy cansado de argumentar, señor oficial, haga lo que tenga que hacer,  ojalá tengan un buen colchón en su carceleta, o donde me lleven, si hay compañía denme un pañal de acero, no quiero un happy ending hoy, le dije al policía, por favor, llévenme con tranquilidad no quiero que el niño se impresione, suficiente espectáculo tiene en su casa con su papi. Le dije al policía. Los padres empiezan a firmar unos papeles mientras a mí me llevan a una oficina.

El niño se suelta de su madre, y se va corriendo hacia mí, tío Juan, tío Juan ¿on te vá? Me pregunta, a ningún lado en especial pequeño, ya es hora que me vaya a hacer la meme, y tú también, le dije con una sonrisa, luego nos juntamos para tomar un helado ¿ya?. Ya tío Juan, y me abraza a la pierna y yo le acaricio la cabeza.

 El padre se acerca a su hijo con vehemencia, pero la mamá lo jala para que no haga algo inapropiado, el chico está tranquilo, le replica a su esposo.

Anda con tu mami, bien bonita es, ¿no? Y él me responde con un “Ti”. Miro a la mamá, y en sus ojos reconoce mi inocencia, le pregunto, ¿cuál es el nombre del niño? Ella titubea, pero finalmente me dice,  se llama Julio. Es un excelente nombre, le digo con una sonrisa, si no me cree, mire mi DNI. Cuídese del catchascanista, le digo a ella y miro a su esposo que estaba amargo con una sonrisa de cacha.

Mientras me llevan a la otra celda, el guardia me pregunta, ¿has estado todo el día con él, y no sabías su nombre? Le respondo diciéndole que que supone que no lo iba a tener todo el día, además, no quería encariñarme al saberlo. Oiga jefe ¿La tengo difícil? le pregunto.

No creo, al menos yo te creo, y seguro el capitán también, para mañana si viene tu abogado estará resuelto, ese judío es jodido, bajó un buen billete para acelerar su denuncia, y dio plata para gasolina a los patrulleros, y ese tío idiota que también te acusó, es un fumón de la Victoria. No se preocupe joven, está fácil, pero hoy no duerme en casa, pero duerma tranquilo, nada le va a pasar, ese narizón estaba jodiendo todo el día,  hace rato todos queríamos meterle un gancho a esa ñata judía, y usted lo hizo.

Ya me imaginaba, le respondo. Tengo derecho a una llamada, ¿no? Sí, joven, espere que ahorita le aviso cuando la línea esté libre. Me responde el oficial. Quédese en esta oficina.

Ahora, en esta oficinita que sirve como celda provisional, me encuentro acá sentado reflexionando todo lo que ocurrió este día, cuidé a un tocayito un día entero, y a cambio me dieron una paliza y detención, ay carajo, esto me pasa por ser tan…¿paternal?, no sé, no es mala idea.