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Perdido en Máncora (Parte VII): Bienvenidos

-Hasta que al fin llegaste maldita Porlles jodida! Estoy hace rato con este sol de mierda, que mata todos los microbios, mientras me cose la carne! - Dijo la chata, que estaba bajo una sombra esperando el accidentado y demorón carro de Cial.

-Jajaja, Chaaaataaaa!! Yeeeee!! No te preocupes por el sol que acá con Julito se nos ha antojado un rico cuy!! Jajaja.. - Dijo Miss Porlles de un salto al ver a su pequeña amiga.

-Julio?? Qué Julio? ¿El chibolo? Verdad que iba a venir, pero... ¿¿dónde está?? - se mostró sorprendida la chata.

-Ni idea, OE CHUCKY!!! ... seguro ya se me escapó... ayer ha estado de mal humor, y no sé por qué...

- Ya quisiera escaparme de tu lado, chica enérgica!! Pero alguien tiene que cargar y evitar que tus maletotas se pierdan... - Aparecí yo detrás del bus, cargando los paquetes.

-Ah verdad! Ya sabía que algo se me pasaba! jajaja... Bueno, pero no te vas a ningún lado, porque ahora con la chatitss, ahora armamos un super grupo..yeee!!!

-Ta madre...ahora somos super... (dije en susurro, amagando recoger una maleta)

-Ah! Hola chatita, espero que hayas tenido un buen viaje, no como nuestra larga aventura en el bus... en fin...ya luego te lo comentaré. - Saludé yo a la chata.

-Ja! Ya me imagino con esta loca lo que habrás pasado, bueno, ¿y ahora qué?¿A donde vamos Porlles? - Me dijo la chata en buena onda.

- Bueno, yo digo que celebremos nuestra llegada con una chelita. - Dijo atinadamente Miss Porlles.

-Finalmente escuchaste al pueblo, Miss Porlles... - le dije finalmente animado


Los tres del "super grupo" con nuestras chivas enrumbamos a uno de los tantos locales cebicheros-cheleros que hay en Máncora, fuimos al más simple, para sentirnos cómodos; conversamos un rato acerca de todo lo que pasó en el bus, lo que era gracioso para Miss Porlles, y a la vez lo tortuoso que fue para mí; hicimos varios "salud" y una que otra broma; las chicas chismeaban, mientras yo pensaba un plan de escape para no perjudicar sentimientos de nadie, sentimientos que estaba seguro que no se perjudicarían si yo me iba.

Decidí quedarme un día más, total, era año nuevo en Máncora, y quería comprobar la calidad de ese mar que tan bien había escuchado.

De repente, Miss Porlles soltaba el celular, se tomó de un sorbo toda la chela que le quedaba en el vaso, y de una exclamación de SEQUEN SU CHELA, nos levantó a los dos de la mesa.

Ni bien salimos del techo del lugar, descubrimos que el sol era aterrador, incluso para mí que tengo gran resistencia por el hecho de ser chiclayano y además de considerarme un espécimen amante del dios de los Incas. Cruzando la pista, Miss Porlles se acercó a una camioneta, nos hizo una señal con la mano para que no demos un paso más. La chata y yo vimos que conversaba y discutía por la ventana de la camioneta con el copiloto; unos momentos después bajó esa persona misteriosa. Era una joven de tamaño promedio, de pelo bien negro y largo, vestía con un top bikini, y un short jean, llevaba puesto lentes oscuros; tenía tatuada la boca de los Rollingstones en la teta que está encima del corazón y otros animalitos de Disney en ciertas partes del cuerpo. No soy fanático de los tatuajes y accesorios, así que iba a lanzar un comentario "gracioso" acerca de lo que veía, pero me callé cuando vi que la chata llevaba un tatuaje aceptable en la espalda.

"Al menos la petizita de mi costado sabe elegir sus manchas corporales" pensé con interior sarcasmo.

Se sacó los lentes, y se acercó a nosotros dos, nos saludó, me dijo su nombre pero era bastante simple como para recordarlo así que la llamaremos "A". A la chata la saludó como si la conociera de tiempo, un abrazo fuerte y hasta se animó a llamarla "que lindo que hayas venido cojuda!". En cambio, mi saludo fue tenue, suave, incluso hasta desagradable; luego escuché que le dijo a Porlles "Oye perrita, ¡no pensé que salieras con niños!". Como buen sanmarquino, no soy prejuicioso, pero sus ademanes (y los tatuajes) ya me daban indicios que esta señorita es de las chicas buenas que hacen cositas más divertidas de las comunes.

Nos pidió que subamos de una manera muy masculina a su camioneta, yo como bueno me acomodé tranquilamente, obviamente después de las señoritas. "A" volteó la cabeza a mirarme, y yo le sonreí como un niño miedoso. "¡Qué rico se sienta el niño! ¿Quién va a cuidar las cosas que están en la tolva?"

Y en la tolva me acomodé con el sol más bravo de ese verano, según confesión de la propia "A". Fuimos a parar a un hotel. Miss Porlles bajó.

-Asu mare, has estado 10 minutos ahí y ya estás tostándote! jajaja, ¡¡pobre mi chucky!!
-Hey... ¿ no nos íbamos a quedar en la casa de tu amiga?
-Ehhh.. sí.. bueno yo sí, al menos, lo que pasa es que su prima trajo más gente de lo que pensaba, y bueno, ya no entran ni tú ni la chata, así que les estamos buscando un sitio que les sea cómodo y barato... ¿no hay problema, no?
- ¿Acaso tengo opción de objetar ahora?

Mientras que A regresaba diciéndonos que no había sitio, fuimos a otro que tenían un par de sitios, pero el precio era tremendamente alto para lo que ofrecía. Entonces baja el chofer de la camioneta, bueno LA chofer. Mantenía los mismos rasgos físicos que "A", y definitivamente también los tatuajes, no es que me fije en los senos (mentira!), pero si "A" tenía la boca de los Rollingstones, ella tenía el par de cerezas; sí una en el brazo tenía a Bugs Bunny, la otra tenía Mickie Mouse; curiosamente su nombre también es bastante simple, pero no la llamaría"A2", ya que ella es 10 años mayor y se notaba en el daño que la edad hace en el rostro; y como la puedo distinguir, le diré en adelante "B".

-Oye chibolo tostado!! Anda ayuda a mi prima a ver por qué no salen tus cuartos! ¿Eres el interesado o no? - me dijo "B", demostrando los mismos ademanes que "A".
- Yayaya..

Entré en vano, porque al final el tío se cerró a pesar que dije que pagaba. Después de ello, las chicas "maremoto" me pasearon 30 minutos en la tolva bajo el inti de Máncora. El pequeño viaje terminó cuando llegamos a una casita de dos pisos al costado de un cerro; al parecer era un hospedaje que luego se convirtió simplemente en casa; "A" y "B" eran bastante amigas de la dueña, así que la convencieron para que tirara dos literas y nos den un cuarto para la chata y a mi persona.

Me pregunté desde un inicio porque no vinimos acá directo, pero no me animé en hacerlo, ya que sonaría a reclamón, y en mi condición de humano cocinado por el sol, junto con el dolor de la insolación de la cara, me dolería aún más los bravucones ajos y cebollas dirigidos a mis oídos.

Finalmente las amables gemelas se fueron en su camioneta dejando a Miss Porlles con nosotros. Acomodamos nuestro equipaje en cinco minutos, para dirigirnos en un cantar a la razón principal de nuestro viaje, el mar de Máncora.

Ellas se metieron juntas al baño, y se colocaron sus bikinis en tiempo récord, mientras que yo, hombre práctico, hice el cambio de short por la ropa de baño en 10 segundos. 15 minutos después, llegamos a la arena blanca; y frente a nuestros fofos y deformes cuerpos estaba la majestuosidad de un mar que invitaba a los placeres de las olas su regazo.

Colocamos nuestras toallas en la arena, se sacaron sus polos y empezaron a colocarse el bloqueador entre ellas, cosa que fue nada sugerente (por no decir alguna maldad), yo me senté al frente del mar, presenciando el espectáculo que tenía al frente mio. Sentarme a ver el océano es un tipo de ritual personal que tengo cada vez que voy a una playa nueva; me relaja bastante, y me hace recordar que esos son los placeres de la vida.

Pero esta ocasión, era bastante distinta; estaba sentado frente a uno de los mejores mares del mundo un 31 de Diciembre del 2008, en uno de los peores años que había vivido; en la primera parte del año, sentí que perdí lo que había cultivado en los años anteriores; un relativo respeto laboral, una alegría desbordante, una rutina que me gustaba, perdí amigos por mi mal juicio y lógicamente perdí, a la que yo creía "la chica". La segunda parte del año, fue tratar de recuperar todo ello, incluyendo la chica.

Estaba ahí sentado frente al mar de Máncora; recordando todo lo malo, y nuevamente, todo lo malo que me había sucedido en este desdichado año, incluso el no haber ligado en el bus, era una frustración más para echar al saco. Me cogí la parte de la nuca, que es lo que hago para evitar mayor estrés. Los recuerdos seguían viniendo, porque les abrí la puerta, y entonces...

-Oye Chibolo! ¿No quieres que te eche bloqueador? Hey! No corras! Julio!! Chucky de mierdaaaa!!!

Y sí, me saqué el polo, me levanté y corrí al mar, lo recuerdo claramente a pesar que este post lo debí escribir hace un año, pero nunca voy a olvidar como el viento tocaba mi rostro, golpeaba mis brazos, y hacía columpiar las partes fofas de mi cuerpo; al swing de las carnes recordaba a cada uno de mis primos, mis hermanos, mi familia, quienes a pesar que los relegué por buen tiempo, venían a animarme cada vez que me asomaba una cara sepulcral. Me sumergí de cuerpo entero al agua, braceé a ritmo de los buenos amigos que reaparecieron y conocí, de los nuevos éxitos obtenidos después de lo ocurrido, de aquellos viajes que no hubiera hecho si nada de lo malo hubiese pasado, mientras más fuerte el buen recuerdo, más fuerte braceaba hasta la zona donde las olas golpean. Cuando lo sentimiento de lo bueno equilibró con los recuerdos negativos, ya había llegado, me coloqué ahí en posición de cuclillas; con una sonrisa de emoción, satisfacción y por qué no, algo de esperanza. El agua estaba tibia, y limpia, no había chocado con nada en todo el trayecto que hice. Observé expectante como la ola se formaba, era alta, y dejé que cayera sobre mí, como esperando el cachetadón que me despertaría del mal sueño del 2008.

Y así fue, esa ola...me sacó la mierda.

Pero yo, me quedaba en Máncora para someterme a su suerte...

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